La esperanza de una Iglesia sin abusos está en el camino de la verdad y la justicia

Publicada el 04 de Febrero del 2018
En estos días es inconcebible que se sigan ocultando esos crímenes; no podemos aceptar justificaciones ni que el paso del tiempo impida saber qué ocurrió realmente. La verdad nos hará libres (Juan 8, 38), y nuestra Iglesia necesita saberla y mostrarla toda, si no, corre el peligro de ser vista por la sociedad como cómplice.


A nuestra naturaleza humana, y sobre todo, a nuestro ser cristiano de a pie, sigue siendo una tarea desafiante ponerse en el lugar del otro. Nos queda mucho para entrar en la sintonía del samaritano, quien se encontró con el dolor de quien yace tirado en el camino, y que fue obviado por un sacerdote y un maestro de la ley.

Hoy entre quienes están tirados en el camino, abandonados, se encuentran muchas de las víctimas de abuso sexual por miembros de la Iglesia. No exageramos al señalar que esas víctimas han abierto un tiempo nuevo que invita a la empatía, a la búsqueda de la verdad y de la justicia.

Esa empatía no debiera ser un simple sentimiento que cubierto de tristeza o una conmoción interior, nos lleve al horror o a las lágrimas. Más bien, aquella empatía debiera revestirse del Evangelio que nos impulse a la libertad que da la verdad.

En estos días es inconcebible que se sigan ocultando esos crímenes; no podemos aceptar justificaciones ni que el paso del tiempo impida saber qué ocurrió realmente. La verdad nos hará libres (Juan 8, 38), y nuestra Iglesia necesita saberla y mostrarla toda, si no, corre el peligro de ser vista por la sociedad como cómplice.

La verdad y la justicia que hoy reclaman las víctimas de abusos sexuales debiera ser también una causa de laicas y laicos. Porque aquí no solo se juega la credibilidad de la Iglesia, sobre todo, nos jugamos la responsabilidad de que el Evangelio de Jesucristo brille como esperanza cierta en el mundo de hoy.

Tal es el dolor y el testimonio de quienes han sido abusados, y tal es la soledad y el abandono de muchos de ellos, que nos debiera bastar para comprender que su vivencia es suficiente como prueba o evidencia para creerles. Si cada uno y cada una hubiésemos sido víctima, ¿no sentiríamos nuestro testimonio como suficiente para dejar en claro a quienes les toca administrar la justicia de la tierra y del “cielo” esa verdad?

La Pastoral de la Diversidad Sexual cree que el dolor de las víctimas es un grito que llama nuestra atención. Cree también que la justicia y la verdad son exigibles e impostergables, y a la vez, condición para volver la confianza a la Iglesia, en donde el bien que hace parece esconderse detrás de los errores y horrores que algunos impulsan para salvar apariencias y la institucionalidad.

Queremos desde la Padis+ vivir la esperanza que da la verdad, la búsqueda de justicia y desde una Iglesia que aprenda de sus errores, acoja, ofrezca perdón y reparar el daño. La Padis+ espera que desaparezcan los abusos al interior de la Iglesia y que nunca más se escuchen sus voces de dolor. Esta Pastoral quiere mirar el futuro desde la libertad que da una comunidad eclesial tranparente, sencilla, liberada con el Evangelio y una comunidad de verdaderas hermanas y hermanos. También, queremos una Iglesia tenga una actitud acogedora, que reciba con los brazos abiertos a cualquier persona que haya sido violentada. Que escuche y los trate con especial cariño hasta que se llegue a una conclusión. 

Para muchos en nuestra Pastoral la visita del papa Francisco fue esperada con alegría y esperanza, y también, con cierta expectativa que representaba su novedad y mensaje. Su encuentro con las encarceladas, con la pobreza material y la realidad de los migrantes marcó la preferencia por la iglesia de frontera. Sin embargo, casi al final de su periplo por Chile, Francisco nos dejó palabras difíciles de aceptar al exigir pruebas que podrían comprometer al obispo Barros.

En su regreso a Roma Francisco ofreció disculpas, cambió “pruebas” por “evidencias”, y reiteró su intención de escuchar sobre aquel caso tan doloroso para la Iglesia chilena. En estos últimos días además nos enteramos que enviará al arzobispo de Malta Charles J. Scicluna para escuchar a quienes han expresado la voluntad de presentar elementos que den más claridad sobre la relación del obispo de Osorno con los casos de abusos en la parroquia de El Bosque.

Sin duda, este cambio está en sintonía con el sentido que comparte la Padis+, la de transparencia y de verdad que ayuden a fortalecer la confianza en la Iglesia, nuestra Iglesia.  

Consejo Padis+