Grises del papa Benedicto XVI

Publicada el 06 de Enero del 2023

Una semana ha transcurrido de la muerte de Joseph Ratzinger, cardenal mano derecha y sucesor de  San Juan Pablo II.  Mucho se ha escrito y hablado estos días de quien fuera papa emérito.

Un hombre brillante, intelectual, teólogo, autor de numerosos libros y “gran defensor de la fe católica”, rótulo con el que muchos le identificaron por enfatizar un camino doctrinario con relación a diferentes asuntos. Entre ellos, el aborto, la vida contemporánea y -lo que nos atañe a nosotros como Pastoral-,  aquello de atender pastoralmente a los homosexuales.

En esto, la deuda que deja es inmensa. 

De cierta manera, lo expresa Marianne Duddy-Burke, copresidenta de la Red Global Católica Arcoíris (en inglés, GNRC):

“Y aquí es donde se quedó corto, por su incapacidad para comprender el aspecto holístico, las necesidades y la realidad de ser una minoría sexual. La comunidad LGBTQIA había anhelado palabras de comprensión y compasión en sus obras hacia nosotros, pero nunca llegaron”.

Claro. Si como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe manifestó en 1986   su pensamiento base sobre esta realidad a través de su Carta a los obispos de la iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, texto con que Benedicto XVI quiso “poner límites teológico-doctrinales” como un   dique a los cambios  que él veía en la sociedad y al interior de la Iglesia.

En dicho texto    reprochaba las benévolas   interpretaciones sobre la condición homosexual hechas en el documento de 1975 “Declaración sobre algunas cuestiones de ética sexual”. Para no dejar margen a ninguna duda o interpretación,  Ratzinger señaló en su Carta que “(…) por el contrario, que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada”.

Más adelante, Benedicto XVI usa en su misma exposición distintos términos que intentan explicar la diversidad sexual. Palabras, verdaderas etiquetas de prejuicio, como inclinación sexual desordenada, movimientos pro-homosexuales, tendencia, sexualidad autocomplaciente. En fin.

Ratzinger hace también énfasis en la cautela y cuidado frente a grupos, instituciones, legislaciones y movimientos que “promovían” la vida homosexual. A él podemos señalar entonces como autor del tal desafortunado término lobby gay.

Hacemos memoria desde nuestra Pastoral de la Diversidad Sexual de parte del legado de Benedicto XVI, particularmente de sus orientaciones sobre la acogida de personas homosexuales, para advertir que aún personas y sectores de la Iglesia persisten en apoyarse en una reflexión y argumentación sobre la realidad LGBT+ que a todas luces es incompleta desde lo teológico, antropológico y psicológico. 

Son grupos y personas que, cerradas al diálogo, más parecen interesados en persistir en que se profundicen divisiones, al contrario de lo que hoy después de más de 3 décadas se está dialogando desde la comunidad eclesial en relación con la sexualidad humana, conversación que está vistiéndose de mayor inclusión.

Pero, el Espíritu sopla donde quiere...

Chris Vella, copresidente de la GNRC lo contextualiza así:

“Si bien notamos que el historial de Benedicto XVI con la comunidad LGBTQ no es positivo, su decisión inspirada de renunciar al papado fue fundamental para uno más inclusivo de su sucesor, el papa Francisco y su compromiso inequívoco de abrir llevar la Iglesia a la gente de la periferia”.

Sin duda, como Pastoral de la Diversidad Sexual, Padis+, reconocemos el servicio de Benedicto XVI a la Iglesia. Nuestras oraciones también van para él porque creemos que ya se ha encontrado con el Dios de nuestra fe. 

En esa plenitud de Dios cabe solo el amor.

Superando el legado de incomprensión, como Padis+ seguimos trabajando en la búsqueda del respeto pleno de todas, todos y todes quienes, sintiéndose hijos de Dios, esperan que su Iglesia les acoja, no solo con delicadeza. Sobre todo, con el respeto que merece todo ser humano.

Padis+