Renovando nuestra esperanza

Publicada el 29 de Octubre del 2025

El 25 de diciembre del 2024 el papa Francisco nos invitaba a comenzar el Jubileo de la Esperanza. Celebrar un año jubilar de alguna manera implica estar dispuestos a iniciar un camino nuevo, renovador, de conversión, de nuevas posibilidades.

Francisco expresaba en su convocatoria el deseo de que este Jubileo fuera “un tiempo de gracia que nos llame a la reconciliación, a la conversión y a un renovado encuentro con Dios.

La Puerta Santa no es solo un umbral físico, sino un símbolo de la invitación divina a cruzar hacia un nuevo comienzo, un camino de esperanza que se abre ante todos, fueron las palabras que usó Francisco.

Y esta Esperanza se hizo carne en diversas expresiones y encuentros a lo largo de estos meses, entre ellos, el Jubileo de la Diversidad Sexual que vivimos tan hondamente los días 5 y 6 de septiembre.

Participar en él fue para mí una experiencia conmovedora; ver tanta gente reunida, desde tan diversos lugares, expresándose desde su identidad más honda con libertad, alegría y amor, me hizo sentir parte de una comunidad amplia, viva y esperanzada, que camina con fe y dignidad.

Fueron días de gran intensidad emocional. Partimos con una vigilia en la Iglesia del Gesù, la que nos preparó el corazón, nos hizo reconocernos, cantar, y rezar con profunda fe. Al día siguiente volvimos a encontramos en ese mismo lugar temprano en la mañana para celebrar la eucaristía.

Fue un momento de fiesta, de colores, un signo potente de esa Iglesia en salida que quiere ser espacio para TODOS, TODAS, TODES. Las palabras de nuestro hermano obispo, Francesco Savino, vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Italia, fueron muy profundas, interpeladoras, signo de una Iglesia que desea abrazar a todos sus hijos e hijas, y también un llamado a seguir trabajando por espacios donde cada persona, en su diversidad, pueda sentirse plenamente reconocida y amada.

Con el corazón conmovido y agradecido caminamos, en representación de la Padis+ hacia la Puerta Santa. Allí llevamos nuestras vidas, nuestras familias, nuestras necesidades y anhelos, poniéndolos en las manos de Dios con confianza. Renovamos una vez más la profunda convicción de que nuestra dignidad nos viene regalada por nuestro bautismo, y que ese convencimiento nos envía una vez más a ser misioneras y misioneros de Esperanza.

Todo lo vivido me dejó la certeza de que caminar juntos no solo es posible, sino que es el anhelo más profundo de Dios, es la manera de encarnar su Buena Noticia. Ciertamente Dios sigue obrando, en tantos rincones de nuestra tierra…

Sumamos esta maravillosa experiencia a nuestra acción de gracias por los 15 años de la Padis+.

Quena Valdés O. rscj

Acompañante de Padis+